Bueno, prefiero esconderme en el otro lado del espejo, y mostrar mi sonrisa de cristal a todo el mundo. Así todo pasará por fuera. Así por dentro no dolerá nada.
Lo bueno de los espejos es que cuando tienen muchas huellas los puedes limpiar con un paño húmedo y parecen nuevos.
Me quedaré en el otro lado del espejo hasta que el día parezca menos lluvioso. Y ese día, solo otra persona tirará de mi brazo para sacarme. Solo espero no encontrarme demasiadas cosas viejas y conocidas detrás de este viejo espejo.
Lo malo de los espejos es que a veces me dejan embelesada, y de tanto buscar ese brillo que debería haber en los ojos, dejo de recordar en que lado estaba.
Cruzaré los dedos por que el tirón esta vez sea fuerte...
No hay comentarios:
Publicar un comentario