Los espejos...

Siempre han mostrado aquello que muchas veces nos empeñamos en ocultar...
Pero... ¿porque huirlos?

miércoles, 13 de abril de 2011

El destino no es suficiente... hace falta algo más.

-¿Quién eres? -preguntó él muy despacio.
Ella sonrió, sopló un viento frío.
-¿No lo sabes?
Lo sé, pensó, mientras miraba al frío celeste de sus ojos. Sí, resulta que lo sé.
Estaba sereno. No sabía estar de otro modo. Ya no.
-Siempre quise saber qué aspecto tenías, señora.
-No tienes que titularme así -dijo en voz baja-. Al fin y al cabo nos conocemos desde hace años.
-Nos conocemos -confirmó él-. Dicen que me sigues paso a paso.
-Te sigo. Pero tú nunca miraste detrás de ti. Hasta hoy. Hoy miraste hacia atrás por primera vez.
Él guardó silencio. No tenía nada que decir. Estaba cansado.
-¿Cómo... cómo va a ser? -preguntó por fin, fríamente y sin emociones.
-Te tomaré de la mano -dijo, mirándole a los ojos-. Te tomaré de la mano y te llevaré por una pradera. Entre la niebla, el frío y la humedad.
-¿Y después? ¿Qué hay después, detrás de la niebla?
-Nada -sonrió-. Después ya no hay nada más.
-Me seguías, paso a paso -dijo-. Pero atrapaste a otros, a aquellos que encontraba en mi camino. ¿Por qué? Se trataba de que me quedara solo, ¿verdad? ¿De que por fin comenzara a tener miedo? Te reconozco la verdad. Yo siempre te tuve miedo, siempre. No miraba detrás de mí porque tenía miedo. Porque estaba aterrado de verte ir tras de mí. Siempre tuve miedo; mi vida la he vivido aterrado. Te he tenido miedo... hasta hoy.
-¿Hasta hoy?
-Sí. Hasta hoy. Estamos de pie, cara a cara, y yo no siento aprensión alguna. Me has quitado todo. Me has quitado hasta el miedo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario